Apreciados Directivos, Funcionarios, Instructores, Trabajadores Oficiales, Pensionados, Contratistas y Aprendices de la Regional:
En esta ocasión quiero referirme al papel que como institución de formación e instructores debemos cumplir con quienes llegar a nuestros ambientes de formación. Para ello parto del reconocimiento que se ha hecho de toda institución de formación el SENA no es la excepción - como es, la de tener la responsabilidad de fortalecer el carácter y la personalidad del aprendiz y de su pensamiento crítico.
Para cumplir con esta tarea, el SENA ha venido desarrollando esfuerzos significativos, sirviéndose para ello de diferentes modalidades pedagógicas. Sin embargo, y a pesar de dichos esfuerzos realizados, se mantienen situaciones muy críticas en el entorno y contrarias al ideal buscado.
La situación de injusticia generaliza-da, la violencia y la corrupción, pareciera que son las justificaciones para que algunos de los aprendices generen comportamientos nada aceptables dentro de nuestra Institución, poniendo en entredicho la formación que brinda el SENA, en la medida en que es en parte, la forjadora del talante moral y de la personalidad de sus egresados y por su influencia, en la socialización secundaria del individuo.
En ese sentido y con el fin de aproximarnos a un concepto de formación, retomo el planteado por Hans-Georg Gadamer, para quien “formación” significa “ascenso a la humanidad”; desarrollo del hombre, en tanto hombre. En su significación más inmediata, el término hace referencia a “toda configuración producida por la naturaleza”, como cuando se habla de la forma que tiene un terreno, o el tronco del árbol en su parte interna.
Pero el término también puede utilizarse como sinónimo de cultura, como cuando decimos “hombre culto” u “hombre formado”. En tal caso estaríamos significando el modo específica-mente humano de dar forma a las disposiciones y capacidades naturales del hombre.
Ahora me propongo sumar al concepto de formación, el término de “integral”, de tal forma que podamos plantear el concepto de “formación integral”, dado que ese es el reto de nuestra organización: formación integral para nuestros aprendices.
Formación integral es entonces aquella que contribuye a enriquecer el proceso de socialización del aprendiz, que afina su sensibilidad mediante el desarrollo de sus facultades artísticas, contribuye a su desarrollo moral y abre su espíritu al pensamiento crítico. En este proceso, el aprendiz se expone a la argumentación y contra-argumentación fundadas; a la experiencia estética, en sus múltiples dimensiones, y al desarrollo de sus aptitudes y actitudes morales, a través de experiencias que van estimulando y afinando su entendimiento y sensibilidad, tanto como su capacidad reflexiva y, que en ello van “formando”, en últimas, su persona.
En ese sentido, la formación integral va más allá de la capacitación profesional técnica, aunque la incluye. Es un enfoque o forma de educar. La educación es integral en la medida en que se dirija a la persona del aprendiz como una totalidad y que no lo considere únicamente en su potencial cognoscitivo o en su capacidad para el quehacer técnico o profesional. El ambiente de la formación integral es el de una práctica educativa centrada en la persona humana y orientada a cualificar su socialización, para que el aprendiz pueda desarrollar su capacidad de servirse en forma autónoma del potencial de su espíritu, en el marco de la sociedad en que vive, y pueda comprometerse con sentido histórico en su transformación.
Se puede concluir que el núcleo de la formación profesional integral está constituido por la conformación de la conciencia moral del aprendiz y ésta se debe expresar en los valores a los que este último debe adherir en su vida personal y social.
Conviene entonces hacer referencia al proceso de constitución de los valores. Quizá nunca había sido tan importante volver la mirada al problema de los valores en un intento de hacer claridad sobre los fundamentos de la concepción de los mismos y de los principios en que descansa su defensa en la situación actual de la sociedad. Ello es especial-mente útil para la juventud que percibe con incertidumbre el fututo social en el que le ha tocado vivir y en el que se desarrollará su vida profesional.
Por lo anterior, se hace necesario que cada uno los diferentes actores que intervienen en el proceso de formación integral de los aprendices: instructores técnicos, Grupos de Apoyo a la Formación, las Coordinaciones Académicas y Misionales, las Subdirecciones de Centro, aborden en conciencia y coherencia la reflexión sobre el papel que cada uno de estos actores debe cumplir en el marco de la formación integral de nuestros aprendices.
Hasta pronto.
Félix Ramón Triana Gaitán
Director SENA Tolima
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