jueves, 4 de diciembre de 2014

Carta de la Dirección Regional


El Todopoderoso me fortalece con la buena noticia que he recibido, la cual valida aquel adagio popular que dice: “Ante los ojos de Dios nada se puede ocultar, ni se puede disfrazar”; o aquella que dice: “La justicia tarda, pero llega”. 

Hoy, cuando he sido notificado del fallo emitido por la Procuraduría General de la República en segunda instancia, el cual revoca en todas sus partes la decisión tomada por el Procurador Regional del Tolima el pasado 22 de abril, créanme que me siento el ser más feliz del mundo. Y me siento feliz porque aún existen funcionarios públicos que analizan argumentos, analizan los hechos en Derecho y producen los conceptos y fallos al tenor de la honestidad y la transparencia, no llevados por otros intereses los cuales conozco perfectamente. Pero dejo en manos de Dios su evaluación y juicio.

Hoy recuerdo a mis padres, quienes con humildad me inculcaron principios y valores innegociables. Recuerdo a mis educadores de primaria, quienes refrendaron las enseñanzas de mis progenitores. Evoco igualmente a mis profesores de secundaria, quienes con vehemencia nos pedían que por ningún motivo fuéramos a ser vulnerables a las tentaciones. Y de la misma forma, a mis docentes de Universidad, tanto de pregrado como de postgrado, cuando con rigor académico nos señalaban lo que debe ser el actuar de un profesional de la Administración, profesión que ostento y de la cual me siento orgulloso. No puedo tampoco dejar de recordar mi paso por la vida militar. La disciplina férrea que a tantos les disgusta, el orden, la capacidad de decir las cosas como son; nada de maquillaje, nada de hipocresía; enseñanzas que no me permiten salirme del camino de la rectitud, porque no quiero, porque no acepto defraudar a mis padres,a mis profesores, a mi familia, a mi hijos, a mis instructores de la vida militar y, mucho menos, a la sociedad, con mi actuar.

Gracias Padre Celestial por haber iluminado a quienes de manera seria, técnica y en derecho, estudiaron mi caso en segunda instancia. Gracias a mis hijos, que siempre estuvieron ahí; gracias a mis hermanas y a mis familiares; gracias al equipo de la Dirección Regional, que me animó cuando veían que desfallecía. Gracias a todos mis ex–jefes que siempre estuvieron ahí. Gracias a mis ex-alumnos, a mis ex-compañeros de trabajo y al grupo de abogados que desinteresadamente pusieron su aporte técnico y me acompañaron en este difícil trance.

Gracias también a Monseñor Flavio Calle Zapata y a los Capellanes del SENA, Padres Jaime Buenaventura, Rubén Darío Mendoza y Jhon Jaime Ramírez; a Antonio María Cifuentes y a Fernando Aguirre por sus oraciones y voces de aliento. Gracias a mis amigos de infancia, a la Asociación de Egresados de la Universidad de Los Andes, al Consejo Regional y a la Asociación de Pensionados del SENA, a los aprendices del Centro de Comercio y Servicios por los oficios remitidos a la Procuraduría, Dirección General y Presidencia de la República. 

Gracias a mis amigos por sus mensajes de aliento; a esas 642 personas que desde diferentes lugares del mundo hicieron llegar su voz de aliento a través de correo electrónico o redes sociales; gracias a quienes promovieron la campaña, ‘Yo creo en Félix R. Triana’; a todos ellos, mil y mil gracias porque con las manifestaciones realizadas, sentaron constancia de creer en mi honesto actuar, por más que algunos medios de comunicación quisieron desdibujarla. 

Gracias a todos y excúsenme si dejo de mencionar a alguno. Gracias inclusive a los que de frente me dieron su aliento, pero por la espalda me ‘clavaron el cuchillo’, porque con su actuar me fortalecieron. Créanme que no les guardo rencor; solo pido al Señor que los ilumine para que nunca vivan en carme propia lo que me hicieron vivir a mí.

Félix Ramón Triana Gaitán
Director SENA Tolima